La inteligencia no prevé, ni explica, sino lo mediocre.
Lo excelso es siempre escándalo.
Nicolás Gómez Dávila, Escolios a un texto implícito.
Ahora sabemos también que las cuatro efes no pueden ser reemplazadas por una sola: fuerte, como se intentó hacerlo en una época de puro materialismo. Las sociedades alemanas de educación física llevan un emblema conformado por cuatro efes que en su lengua significan: fresco, alegre, fuerte y libre.
Carl Diem
El Real Madrid no es ‘más que un club», es sólo un club de fútbol, pero es el club de fútbol más grande de todos los tiempos. No ha inventado una forma madrileña de jugar al balompié, no ha comprado árbitros ni amañado competiciones, no hace gala de inveteradas idiosincrasias históricas ni se postula de vocero político de ninguna supuesta reprimida región; tampoco condecoró a ningún Generalísimo, al que con el desprecio acendrado de los cobardes, muchos años después, iguales mercachifles pero con distintos rostros lo desposeyeron de sus insignias en un acto pletórico y ruin ejemplo del tan cacareado seny», su única ocupación es ganar Copas de Europa, y con la de ayer van 15 .
Comparar su historial con cualquier otro club resulta estrafalario aunque al parecer, dicen quienes tienen el cuajo de dedicar tiempo de su vida a la contemplación de semejante actividad lúdica, la sección femenina de balompié de un equipo catalán ha comenzado una andadura esperanzadora que bien pudiera, sumando sus Copas a las ganadas por la sección masculina y la de no binarios ( por crear) siglo XXI por delante, revertir la situación. Pero la realidad ya es lo suficientemente fantástica como para sumarle ridículas historias e infantilizarla, así que no nos desviemos de lo épico y sus héroes.
Tras una primera parte desastrosa plagada de errores tácticos y ciertas actitudes incomprensibles en algunos jugadores no sabemos que conjuro convocó Ancelotti en el descanso. Lo cierto es que el Real volvió a dar indicios de recuperación de ese sentido patrimonial que tiene de la orejona. Y tras el cabezazo a la red de un inmenso Carvajal, originado en un saque de esquina salido de la bota derecha de Toni Kroos como del tambor de un revolver, el Dortmund gripó. Su destino estaba sellado, el Madrid comenzó a soltarse, a trenzar jugadas y a hilvanar una victoria insospechada tal y como se había desarrollado el juego. No se ganan partidos con sistemas, se ganan partidos con la ejecución. He leído en alguna parte que «si uno estaba condenado al sufrimiento en el ring, lo mejor era que se lo impartiera Archie Moore .Tenía un rostro amable, a la gente no le importaba hablar con él en los autobuses, y que te durmiera en el ring no sería distinto de que te arropara una niñera negra de Haití. Todavía anestesiados por el golpe de Carvajal, aparecieron en los teutones los nervios y el desasosiego impropios de su raza, y anclados en su fisicidad, llegó el garrafal error defensivo que propició el pase de Bellingham para que Vinicius ejecutara la sentencia del partido con la frialdad mecánica de quien cumple un encargo de asesinato. Una primavera más, inexorablemente, el Real Madrid se ve arrastrado como en una escalera mecánica hasta el día del compromiso. ¿Y ahora qué?
El dominio blanco en Europa es tan absoluto que sobrecoge, hasta parece que las Copas de Europa se las entregan entre ellos: ayer correspondió a un Zizou, por cierto, elegantísimo, abrir el protocolo de la entrega de la decimoquinta como si la hubieran sacado de una antigua máquina expendedora: Su Champions, gracias.
Así, el mito blanco continua actualizándose de manera ineluctable desde los años cincuenta. Lejos de disminuir, rechaza las dietas veganas, salivando su instinto histórico de depredador solitario, fortaleciéndose con un equipo joven, equilibrado, y armónico que no se cansa de ganar : cada nueva Champions es el inicio de la obsesión por hincarle el diente a la siguiente. Porque el fútbol que nos gusta tiene por objetivo ganar, todas las Copas, todos los campeonatos…ganar siempre. Nunca perder con todos los honores, la cabeza alta, fieles a una esperpéntica filosofía de jugar, ni demás pamplinas. Quien diga que perder no cuenta, que no le interesa ganar siendo infiel a una» pretenciosa maniera», que no existe, se está riendo de quien lo escucha, o simplemente es un cretino. Está por nacer quien renuncie a un Título que ganó jugando peor que el vencido, salvo que ya nazca mentiroso.
El Real no conoce la piedad, ni el miedo, sus jugadores no comulgan ni defienden chuscas memeces patrioteras cargadas de consignas políticas; al Madrid no se viene a vender el humo de desarrollar ningún tipo de falaz y exclusiva filosofía futbolística de chupa- chups; luego, puede perder, claro está, pero al Madrid se viene a ganar.
El Real Madrid es infinito, Toni Kroos lo sabe.
Let’s be careful out there