“Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo… …y la carne que tienta con sus frescos racimos.”
Rubén Darío, Lo fatal

Corteza desprendida, venas visibles, luz contenida, Terras do Miño. Junio 2025

El árbol no se mueve, pero cambia.
La corteza cede con lentitud, como si lo que está debajo necesitara salir a respirar. No hay herida, no hay grito. Solo una piel que se retira. Solo venas expuestas, sin temblor, sin defensa.

La luz no invade, se queda.
Se posa donde la forma se curva, donde la materia duda.
Y las lianas, como líneas sin intención, escriben trayectos que nadie pidió, pero que existen.

Todo está quieto.
Pero nada está en reposo.
Cada línea tensa. Cada pliegue guarda un pulso.
Algo se contiene, algo se estira, algo se deja estar.

No es el tiempo lo que pasa:
es la forma la que espera.


Epílogo

Todo lo que habita el umbral deja marca.
Lo que permanece no siempre se muestra.
Hay formas detenidas que no buscan imponerse
y sin embargo, sostienen.

No hay quietud sin tensión.
Ni espera sin pulso.


Escuchar (opcional)

Keith Jarrett — Creation, Part V

Escuchar sin urgencia. La música no ilustra, acompaña.


El hombre moderno está enfermo por no tener raíces, ni en el pasado —no sabe de dónde viene—, ni en el futuro —ya no tiene un destino que alcanzar—. El árbol, gigante del espacio y del tiempo, arraigado en el cielo y en la tierra, amigo de todos, espera… que el hombre se detenga, que se quede y diga: «¡Continúa!».
Ernst Zürcher


Let´s be careful out there