Markus Gabriel y Martin Heidegger en diálogo

«Febrilmente, despejamos los últimos fragmentos de escombro que quedaban sobre el suelo del pasadizo, frente al umbral, hasta que solo quedó la puerta claramente sellada ante nosotros. Sobre la cual, en la esquina superior izquierda, e hice un pequeño agujero para ver qué había más allá. La oscuridad y la vara de pruebas de hierro nos revelaron que había un espacio vacío. […] Amplié el agujero y gracias a la vela pude mirar dentro, mientras los demás esperaban expectantes y ansiosos.

Naturalmente, se produjo un corto suspenso entre aquellos que no podían ver. Cuando Lord Carnarvon me dijo: “¿Puede usted ver algo?”, le respondí: “Sí, es maravilloso”. Entonces, con precaución, agrandé el agujero lo suficiente para que los dos pudiéramos ver. Con la luz de una linterna eléctrica, junto con una vela adicional, contemplamos el interior…»

—Howard Carter, Diario personal, 1922.

Introducción

En las primeras décadas del siglo XXI la filosofía europea ha sido testigo de un renovado interés por el realismo ontológico, especialmente a partir del llamado Nuevo Realismo. Uno de sus representantes más influyentes, Markus Gabriel, ha planteado una tesis provocadora: el mundo no existe. Con esta fórmula que da título a una de sus obras más difundidas, Gabriel busca desmontar la ilusión de que la realidad constituye una totalidad abarcadora y unitaria. En su lugar propone un pluralismo ontológico fundado en los llamados campos de sentido.^1

La provocación de Gabriel resuena, sin embargo, con una problemática que ya estaba en el centro de la analítica existencial de Martin Heidegger. Cuando en Ser y tiempo (1927) definía al ser humano como Dasein, lo caracterizaba esencialmente como ser-en-el-mundo (In-der-Welt-sein). Pero en Heidegger “mundo” no significa un objeto totalizante, ni un inventario de cosas, sino la estructura misma de significatividad en la que el existir humano se abre.^2

Esta entrada explora brevemente las intersecciones y tensiones entre ambos planteamientos. La hipótesis que la guía es que la tesis de Gabriel y la fenomenología existencial de Heidegger, lejos de excluirse, pueden iluminarse mutuamente: el pluralismo ontológico de Gabriel puede ser comprendido como una extensión contemporánea de la diferencia ontológica heideggeriana, mientras que el concepto de Dasein ofrece un marco para evitar que el pluralismo derive en dispersión relativista.


1. Markus Gabriel y la inexistencia del mundo

En Por qué el mundo no existe, Gabriel formula una tesis que, en apariencia, bordea la contradicción: si todo lo que existe forma parte del mundo, ¿cómo puede afirmarse su inexistencia? La respuesta pasa por desvincular “mundo” de la idea de totalidad objetiva. Según Gabriel, la noción de mundo como “conjunto de todos los conjuntos” es lógicamente incoherente: ningún ámbito de realidad puede contenerse a sí mismo sin caer en paradojas autorreferenciales.^3

En lugar de esa totalidad ilusoria, Gabriel sostiene un pluralismo de ámbitos de existencia a los que denomina campos de sentido. Todo lo que existe lo hace en un campo de sentido específico: los números existen en el campo de las matemáticas, las emociones en el de la vida psíquica, las instituciones en el campo social, etc. No hay un “lugar” que reúna exhaustivamente esos ámbitos.^4

La consecuencia es doble:

  1. Ontológica: no existe un mundo unificado, sino una multiplicidad irreductible de campos.
  2. Epistemológica: no hay un único método privilegiado (ni científico ni filosófico) capaz de agotar la realidad. La ciencia, el arte, la religión o la literatura acceden a aspectos de lo real dentro de sus respectivos campos.

El giro de Gabriel se dirige contra dos reduccionismos: el cientificismo, que pretende reducir toda realidad a lo físico, y el constructivismo radical, que disuelve la realidad en pura interpretación.^5 Su propósito es sostener un realismo pluralista que evite ambos extremos.


2. Heidegger y el ser-en-el-mundo

En Ser y tiempo, Heidegger se distancia de la tradición metafísica que entendía el mundo como suma de entes o como cosmos cerrado. Para él, el mundo no es un objeto, sino la estructura ontológica de la apertura del Dasein. El ser humano no está simplemente “en” el mundo como una cosa situada en un espacio, sino que es ya ser-en-el-mundo.^6

Este giro fenomenológico implica varias transformaciones conceptuales:

  • Mundo como significatividad: lo que caracteriza al mundo es la red de remisiones y referencias en las que los entes aparecen como útiles, instrumentos, presencias. El martillo remite al clavo, éste a la madera, y todo ello al horizonte de una obra en construcción.^7
  • Prioridad del existir sobre el ente: antes que un inventario de cosas, el mundo es el horizonte en el que los entes cobran sentido para el Dasein.
  • Historicidad: el mundo es siempre histórico, pues cada existencia se abre en un contexto de tradiciones, lenguajes y posibilidades.

Heidegger disuelve así la concepción tradicional del mundo como totalidad cerrada de entes presentes mostrando que el mundo no es un objeto sino el horizonte de significatividad en el que el Dasein existe.


3. Intersecciones: afinidades entre Gabriel y Heidegger

Pese a sus contextos distintos, es posible trazar afinidades significativas entre ambos:

  • Crítica a la totalidad objetual: tanto Gabriel como Heidegger rechazan que el mundo pueda concebirse como un objeto que abarque todos los entes.
  • Pluralidad de ámbitos de sentido: los campos de sentido de Gabriel recuerdan a la estructura de remisiones heideggeriana, en la que el mundo se despliega como red de significatividad.
  • Anti-reduccionismo: ambos se oponen al cientificismo. Heidegger denuncia la reducción del ser a mero objeto de la técnica; Gabriel cuestiona la pretensión de la neurociencia de explicar la totalidad de la existencia.
  • Reconocimiento del arte y la cultura: en ambos casos, las formas culturales no son meros adornos, sino modos constitutivos de apertura de lo real.^8

4. Tensiones: divergencias fundamentales

Las afinidades no deben ocultar las tensiones irreductibles:

  1. Nivel ontológico:
    • Gabriel formula una ontología descriptiva pluralista: existen múltiples campos objetivos.
    • Heidegger opera en un nivel existencial-ontológico: el mundo no es uno de los ámbitos, sino la condición misma de posibilidad de todo aparecer.
  2. Relación entre ser y apertura:
    • Para Gabriel, los campos existen independientemente de nuestra mente, aunque nuestro acceso a ellos sea mediado.
    • Para Heidegger, el mundo como tal solo se da en la apertura del Dasein. Sin Dasein, no hay mundo, aunque sí haya entes.^9
  3. Unidad frente a dispersión:
    • Gabriel enfatiza la dispersión plural de campos.
    • Heidegger insiste en que el mundo, aunque no sea objeto, funciona como totalidad unificante de significatividad.

5. Hacia una propuesta hermenéutica

El diálogo entre Gabriel y Heidegger permite formular la siguiente propuesta hermenéutica:

  • Los campos de sentido de Gabriel pueden entenderse como una actualización de lo que Heidegger llamaba las “regiones” en las que el ser se muestra.
  • El Dasein no sería un campo más, sino la condición de posibilidad de que haya campos en absoluto.
  • La inexistencia del mundo, en sentido gabrieliano, no contradice la analítica heideggeriana: significa que el mundo no es un objeto, sino un horizonte abierto por el Dasein, en cuyo interior pueden desplegarse múltiples campos de sentido.

De este modo, la tesis de Gabriel adquiere un matiz fenomenológico: no hay mundo como totalidad objetual, pero hay mundo como horizonte de apertura. La inexistencia se convierte así en un modo de señalar que el mundo no pertenece al mismo orden que los entes, sino que los trasciende como condición de su aparecer.


Perspectivas finales

El encuentro entre Markus Gabriel y Martin Heidegger no debe leerse como oposición irreconciliable, sino como diálogo fecundo. Ambos coinciden en desmontar la ilusión de un mundo concebido como totalidad de entes y en reivindicar la pluralidad de modos de acceso a lo real. Divergen, sin embargo, en el lugar desde el cual articulan esta crítica: Gabriel en clave ontológica pluralista, Heidegger en clave existencial.

La intersección abre una vía interpretativa: el mundo no existe como objeto, pero existe como horizonte. El Dasein no habita un mundo que se le imponga desde fuera, sino que abre el espacio de los múltiples campos de sentido. Así, el nuevo realismo de Gabriel puede beneficiarse de la profundidad fenomenológica heideggeriana, mientras que la analítica existencial encuentra en el pluralismo de Gabriel un contrapeso contra tentaciones totalizantes.

Más que un cierre, este cruce de perspectivas invita a mantener abierta la interrogación por el sentido de “mundo”. Pues la cuestión decisiva no se resuelve acumulando entes ni sumando descripciones ontológicas, sino interrogando la apertura misma de la realidad en la que, desde siempre, nos encontramos.


Notas

  1. Markus Gabriel, Por qué el mundo no existe, trad. de Joaquín Chamorro Mielke (Barcelona: Pasado & Presente, 2015).
  2. Martin Heidegger, Ser y tiempo, trad. de Jorge Eduardo Rivera (Madrid: Trotta, 2003), §12.
  3. Gabriel, Por qué el mundo no existe, 49-52.
  4. Ibíd., 63-78.
  5. Markus Gabriel, Yo no soy mi cerebro. Filosofía de la mente para el siglo XXI, trad. de Joaquín Chamorro Mielke (Barcelona: Pasado & Presente, 2016), 25-40.
  6. Heidegger, Ser y tiempo, §9.
  7. Ibíd., §15.
  8. Martin Heidegger, Caminos de bosque, trad. de Helena Cortés y Arturo Leyte (Madrid: Alianza, 2010), 45-67.
  9. Heidegger, Ser y tiempo, §43.

Rferdia
Filósofo de formación, escritor por necesidad y ciclista por amor a la pendiente. Escribo desde una tensión que no cesa de reaparecer: cómo resistir desde la forma, cómo sostener sentido cuando el mundo se fractura. En el corazón de mi trabajo —articulado a través del dispositivo hermenéutico ZIA— habita la idea del deporte como Weltstammräumung: gesto que despeja, cuerpo que restituye, escritura que no huye.
(Neologismo de raíz alemana que alude al acto de desalojar el ruido del mundo para recuperar un espacio originario donde la forma aún tiene sentido.)

Let`s be careful out there