Vivre dans l’angle- in angulo- du monde

Pascal Quignard, Les Ombres Errantes

Una de las invenciones más funestas del siglo XIX es la invención de la anestesia. Ampliamente extendida sobre la conciencia social facilita  y protege la impostura de cualquier  maniqueo gobernante dotándolo de un poder ilimitado. La anestesia garantiza a los individuos contra el dolor y la miseria inmediatos, y así, liberados de toda desgracia, nadie vacila en ponerse en manos del primer fullero que los remiende, los zurza los lave y planche. Ante una sociedad insensible, cualquier lacayo, corta, sierra, quema, taladra, cose y zurze sin el menor reparo, sobre el ultrajado y expuesto cuerpo de sus súbditos .No hay gritos ni quejas, aunque el escarnio lleve inscrito como en una lápida, la fecha anunciada de la muerte del amor propio y de la libertad. No podría explicarse, de no ser así, la pesada  desfachatez disfrazada de solemnidad, la insidia contenida en la Segunda Carta a los españoles  del lacayo globalista que reside en la Moncloa . A este paso alcanzará las trece del apóstol Pablo en menos tiempo que el R.Madrid en alcanzar la  décimosexta. 

En la abyecta epístola presidencial preñada de fariseísmo, esa manía clerical de utilizar la ética como instrumento para tener razón, Sánchez, cada más parecido a guapo subalterno de cuadrilla de torero, viene a decirnos, te doy gracias Señor porque no soy como los otros hombres, no soy como esos publicanos reaccionarios de la extrema derecha que accionan sin compasión la «máquina del fango» (acusando falsamente a mi intachable mujer de tráfico de influencias),  construyendo de ese modo por arte de contraste, la propia bondad con la perversidad ajena. Así, el inconmensurable efecto catártico de toda su mentira se nutre por igual del resorte de la mentalidad expiatoria y del resorte del fariseísmo, al margen de la verdad de los hechos. 

Cabe considerar, por otra parte, que los mencionados cavernarios no tienen nada que ver en la denuncia de la señora del Juan Palomo maniobrero pues la iniciativa, tanto en el impulso de la acción jurídica como en la presentación las pruebas de los indicios de los supuestos delitos, ha correspondido al sindicato Manos Límpias y no a los pusilánimes Abascal y Feijóo, ambos ocupadísimos ,el uno en visitar a criminales de guerra ( Netanyahu) y el otro invitando a la facinerosa presidenta de la U.E ( Ursula Von der Leyen) a ver la final de La Champions, no en Wembley sino en las pantallas del  Bernabéu, que hay que ser muy zafio: tal es el paño con el que nos hacemos el» abrigo democrático».

En un escrito de Nietzsche en el que discurre sobre la verdad y la mentira, aparecen algunas de las características esenciales de lo que, de una manera un tanto tautológica, se denomina «sociología del lenguaje». Fruto de una inevitable «deformación», la palabra expresa, generalmente, un compromiso con aquél que la utiliza, y ese «compromiso» puede convertir al hombre en un animal deformador, tergiversador, para el que tanto la verdad como la mentira entran en un territorio donde se ha perdido la inocencia. No hay, pues, un lenguaje inocente, a no ser, tal vez, ese que indicaba el mundo de las cosas a mano. Pero el lenguaje de las abstracciones, e incluso el «lenguaje de la verdad no es sino «un tropel de metáforas, metonimias, an- tropomorfismos, una suma de relaciones humanas que, enfatizadas poética o retóricamente, se convierten, con el largo uso, en algo canónico y vinculante: las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que no son sino eso; metáforas desgastadas y sin fuerza; monedas que han perdido su acuñación y que sólo valen como metal y no como monedas».

«La mano izquierda adelantada mantenía raya al contrincante, con una arrogancia nunca antes vista. No era el típico jab que apenas sirve para demarcar el territorio e impedir que el otro se acerque, sino un martillo persistente que aturdía y perforaba. Pum, en la boca. Pum, en la boca adolorida. Pum, en la boca rota. Pum, en la boca que chorreaba sangre. El martillo pegaba y pegaba, obsesivamente, donde más te dolía, y sólo te dejaba en paz al final de su tarea asesina

Por lo demás, el conjunto de la carta implica que el juez es un instrumento más de la conspiración ultraderechista contra el presidente. Y lo deja caer el mismo estirao que preguntó a un periodista de quién dependía la fiscalía. Vivimos en una Monarquía bananera, nada extraño estando los plátanos de Canarias a 3, 25, en breve  la Eurocopa y las Olimpiadas; será por anestesia . Para ver no solo basta estar; para ver, sobre todo, hay que volverse invisible.

Let’s be careful out there