El pensamiento de Novalis condensa una de las intuiciones más hondas del Romanticismo: la filosofía como regreso. No un retorno geográfico ni un gesto nostálgico, sino el movimiento espiritual que busca reconciliar al ser humano con el mundo. Esta lectura del Heimweh —la “nostalgia del hogar”— traza un hilo secreto que atraviesa la modernidad hasta Heidegger y María Zambrano, donde el pensar se convierte en forma de habitar.

«Philosophie ist eigentlich Heimweh, Trieb überall zu Hause zu sein.»
Novalis, Allgemeine Brouillon (1798–1799)

«La filosofía es, en realidad, nostalgia del hogar, impulso de estar en casa en todas partes.»
Traducción de Eduardo Subirats, Anthropos, 1989

I. El fragmento como cifra del pensamiento romántico

En el corazón del pensamiento de Novalis late una intuición de pureza casi mística: la filosofía nace del deseo de regreso, un impulso espiritual que busca reconectar el alma con el mundo.
El Heimweh —esa “nostalgia del hogar” que Hardenberg eleva a categoría filosófica— no se reduce al sentimiento melancólico de quien añora lo conocido, sino que expresa una estructura ontológica del pensar, la conciencia de hallarse fuera de casa y, al mismo tiempo, en movimiento hacia la totalidad.

La filosofía, en Novalis, no constituye un sistema cerrado. Es una memoria del origen, un modo de orientarse entre las ruinas de la pérdida y de restablecer el lazo invisible que une lo fragmentario con lo absoluto.
El filósofo romántico busca reconciliarse con el mundo mediante la comprensión y el reconocimiento de lo disperso como parte de un todo.
En este horizonte, el pensamiento deja de reducirse a un cálculo y se convierte en un acto afectivo y poético.
El saber se despliega como una forma de deseo, de fidelidad a aquello que, al ser recordado, vuelve a tener sentido.

II. El contexto del Allgemeine Brouillon

El Allgemeine Brouillon —traducido por Eduardo Subirats como Enciclopedia o el arte de formar el espíritu— representa el intento novalisiano de construir una enciclopedia del saber capaz de superar la fragmentación moderna entre poesía, ciencia y filosofía.
El texto se presenta como una constelación de pensamientos, un laboratorio espiritual donde cada fragmento actúa como órgano vivo del conjunto.
Dentro de esa estructura abierta, la frase sobre el Heimweh funciona como su núcleo hermenéutico: la filosofía entendida como proceso de reintegración del espíritu en el mundo.

III. El Trieb: impulso de habitar lo múltiple

La segunda parte del fragmento —Trieb überall zu Hause zu sein— introduce el principio de movimiento que articula la filosofía de Novalis.
El Trieb, o impulso, designa la fuerza interior que lleva al espíritu a reconocer el hogar en cualquier lugar del mundo.
El pensamiento no se concibe como búsqueda de una patria perdida, sino como ejercicio de reconocimiento en lo diverso, como un modo de transformar la distancia en proximidad.

Este impulso configura una lógica distinta a la racionalista: donde la razón ilustrada clasifica, el espíritu novalisiano enlaza.
Pensar equivale a reencantar el mundo, a descubrir la unidad latente de lo múltiple.
La nostalgia, lejos de inmovilizar, se convierte en energía creadora, en un movimiento continuo que tiende hacia la totalidad sin anular la diferencia.

IV. Heidegger, Hölderlin y Zambrano: genealogías del habitar

El eco de este Heimweh atraviesa la filosofía contemporánea.
Heidegger, en su conferencia Bauen Wohnen Denken (1951), transforma la intuición romántica en una ontología del habitar:

“Habitar es el modo en que los mortales son en la tierra.”

En su pensamiento, la morada deja de ser un espacio físico y se revela como dimensión esencial del ser, ámbito donde el hombre sostiene su relación con el mundo.
El pensamiento se convierte en tarea de cuidado, en práctica de preservación de la morada del ser.
Heidegger hereda de Novalis la idea de que pensar es una forma de regresar, aunque ese regreso se realiza en la apertura, no en la clausura.

Hölderlin había vislumbrado ya esa verdad cuando escribió que “donde abunda el peligro, crece también lo que salva”.
En su poesía, la pérdida no se opone a la salvación; la contiene.
María Zambrano retoma esta herencia desde la filosofía poética, cuando en Claros del bosque afirma:

“El pensar nace del exilio, y sólo el alma que ha salido puede volver.”

Su lectura convierte la nostalgia en una forma de lucidez. El exilio no se sufre, se comprende; se convierte en camino hacia el reencuentro.
El pensar se ilumina al atravesar la oscuridad del desarraigo y al volver, no a un origen espacial, sino al lugar interior donde la conciencia se reconcilia con la vida.

V. Filosofar como regreso en la intemperie

En la visión de Novalis, el pensamiento no culmina en la certeza, sino en la habitabilidad del misterio.
Toda filosofía auténtica parte del extrañamiento y busca reconciliarse con él.
El Heimweh no se disipa: persiste como brújula interior, como impulso que orienta al espíritu hacia la comprensión de lo real.
El filósofo o el poeta que piensa aprende que el hogar no está en el punto de partida, sino en el reconocimiento del mundo como espacio compartido.
Pensar es regresar sin moverse, volver a habitar el sentido dentro de la dispersión.

“Pensar no es construir sistemas, sino aprender a habitar el mundo como si fuera, siempre, un regreso.”

Notas

  1. Friedrich von Hardenberg (Novalis), Enciclopedia o el arte de formar el espíritu, trad. y ed. de Eduardo Subirats (Barcelona: Anthropos, 1989), 123.
    En este fragmento, Novalis condensa la esencia afectiva del pensar romántico: la filosofía como anhelo de reconciliación entre el alma y el mundo.
    El término Heimweh —literalmente “dolor del hogar”— alude a la conciencia de desarraigo que define la existencia moderna.
  2. El motivo del Heimweh novalisiano anticipa la concepción heideggeriana del wohnen como esencia del ser.
    En Bauen Wohnen Denken (1951), Heidegger afirma que «habitar es el modo en que los mortales son en la tierra».
    María Zambrano prolonga esta intuición al definir el pensamiento como retorno luminoso en Claros del bosque (1977).

Rferdia
Filósofo de formación, escritor por necesidad y ciclista por amor a la pendiente. Escribo desde una tensión que no cesa de reaparecer: cómo resistir desde la forma, cómo sostener sentido cuando el mundo se fractura. En el corazón de mi trabajo —articulado a través del dispositivo hermenéutico ZIA— habita la idea del deporte como Weltstammräumung: gesto que despeja, cuerpo que restituye, escritura que no huye.
(Neologismo de raíz alemana que alude al acto de desalojar el ruido del mundo para recuperar un espacio originario donde la forma aún tiene sentido.)

Let`s be careful out there