[…] los dientes le faltaban no sé cuántos, y pienso que por holgazanes y vagabundos, se los habían desterrado; el gaznate largo como de avestruz, con una nuez tan salida, que parecía se iba a buscar de comer forzada de la necesidad; los brazos secos, las manos como un manojo de sarmientos cada una. Mirado de medio abajo, parecía tenedor o compás, con dos piernas largas y flacas.
Quevedo, El Buscón
La descripción es una pintura hecha con palabras, un tipo de escrito cuyo propósito principal consiste en informar acerca de cómo es o ha sido una persona, un objeto o una experiencia, impregnándola a veces de impresiones o evaluaciones personales de quien describe. Al describir no consideramos el paso del tiempo: lo inmovilizamos para retratar algo, o a alguien, lo fijamos para dilatar la ansiedad de una espera.
Puede describirse todo lo que existe o ha existido en el mundo físico, y también todo lo que se presenta en el alma ( sentimientos, emociones, sueños…). Describir no solo es pintar con palabras, es tejer una experiencia con presentes y pretéritos imperfectos
En este sentido, hay un momento especialmente interesante en la magistral novela Reinaldo Solar de Rómulo Gallegos, y es aquel en el que toda la vida íntima de Antonio Menéndez, apacible y sin prisas indiferente a toda inquietud, encuentra un harmónico en los rápidos juegos de luz que en el techo raso encristalado de su escritorio de librero, forman las sombras que pasan, enmarcando sus borrosas siluetas físicas, como imágenes de sus vidas ignoradas: «Ahí va un niño. Apenas deja una sombra de sombras… Ahora una mujer; el color de su traje ha llenado de pasajera alegría el gris de la caverna… Un hombre ahora… Esta sombra no ha pasado al azar; se conoce que venía siguiendo a la otra y que irá definitivamente detrás de ella».
La retórica tradicional distingue diversos tipos de descripción: del aspecto físico de un personaje (prosopografía), de su índole psicológica y moral: pasiones, costumbres, virtudes, etc. (etopeya), de la personalidad física y moral de un individuo (retrato), de un lugar físico o paisaje (topografía) y de los rasgos conformadores de un período histórico (cronografía). Una forma especial de descripción es la denominada en la retórica grecolatina hipotiposis, entendida como la presentación pormenorizada y vívida de un personaje, objeto o acontecimiento.
El uso de la descripción varía de unos géneros y modalidades literarias a otros: suele ser parco en el cuento y en la obra teatral; más frecuente en la novela. Uno de los relatos narrativos en los que más abunda la descripción es la llamada novela de viajes, desde las obras de Heliodoro en Grecia hasta las de Julio Verne. Sin embargo, es en la narrativa contemporánea, a partir del romanticismo, cuando la descripción cobra un papel importante como elemento integrado en el desarrollo de la historia del relato. Así, en el realismo y naturalismo, la descripción del hábitat, espacios laborales, ámbitos sociales, etc., cumple una función básica en la configuración de los personajes y en el desenvolvimiento de la acción. Recuérdese la descripción del mobiliario de la vivienda de las Porreño en La Fontana de Oro, de Galdós, como indicio de la decrepitud moral y mentalidad reaccionaria de los personajes; o las modélicas descripciones de Balzac y Zola. Éste en algunas novelas realiza sucesivas presentaciones del mismo espacio desde diferentes perspectivas y puntos de vista del narrador, con lo que la descripción se integra plenamente en la textura del relato. La descripción adquiere gran importancia en la narrativa de Marcel Proust (que va presentando de manera recurrente y por etapas los diferentes espacios y situaciones), «Azorín y Gabriel Miró, en la novela objetivista, en las obras del llamado «realismo social, etc.
En la narratología y poética contemporáneas se ha tratado de analizar las funciones desempeñadas por la descripción en la estructura de los relatos; por un lado B.Tomachevski la engloba dentro de los llamados motivos libres, de los que se podría prescindir sin grave menoscabo para el desenvolvimiento de la fábula, por otro R. Jakobson, en su estudio de la metáfora y la metonimia, considera a la primera como característica del relato poético, mientras que el relato en que abundan las descripciones realistas estaría caracterizado por el uso generalizado de la metonimia.
Finalmente, la descripción puede presentar diferentes modelos, como la simple enumeración (visión rápida, como de panorámica), la descripción objetivista, la interpretación subjetiva, la descripción impresionista o la que aparece cargada de connotaciones simbólicas.
Existen autores en lengua española, a quienes soslaya el currículo de bachillerato ( todo es igual , nada es mejor; lo mismo un burro que un gran profesor), capaces de convertir la descripción en verdadera maravilla literaria, en puro goce para quienes amamos la literatura. Sirvan como muestra los siguientes textos:
La limitada llanura aparecía completamente ocupada por aquellas oníricas construcciones confeccionadas con maderas de embalaje de naranjas y latas de leche condensada, con láminas metálicas provenientes de envases de petróleo o de alquitrán, con onduladas uralitas recortadas irregularmente, con alguna que otra teja dispareja, con palos torcidos llegados de bosques muy lejanos, con trozos de manta que empleó en su día el ejército de ocupación, con ciertas piedras graníticas redondeadas, con refuerzo de cimientos que un glaciar cuaternario aportó a las morrenas gastadas de la estepa, con ladrillos de «gafa «uno a uno robados en la obra y traídos en el bolsillo de la gabardina, con adobes en que la frágil paja hace al barro lo que las barras de hierro al cemento hidráulico, con trozos de vasijas rotas en litúrgicas tabernas arruinadas, con redondeles de mimbre que antes fueron sombreros, con cabeceras de cama estilo imperio de las que se han desprendido ya en el Rastros los latones, con fragmentos de la barrera de una plaza de toros pintados de color de herrumbres o sangre, con latas amarillas, escritas en negro, del queso de la ayuda americana, con piel humana y con sudor y lágrimas humanas congeladas.
Luis Martín Santos, Tiempo de silencio
Se detuvo antes de reanudar la búsqueda [ de una habitación en un hospital ] y procuró serenarse. Era ridículo que las piernas fueron ahora a temblarle. Debía estar pálido, demacrado, pero en un lugar como aquel no llamaría la atención. Todo iba a precipitarse. El plazo se había cumplido antes de tiempo. Le hubiera servido de consuelo acusarse a si mismo en aquellos pasillos vacíos, no ver nunca más a su madre, a su prima, no volver más por casa. Según avanzaba, buscando la habitación que no deseaba encontrar, un aluvión de ideas descabelladas venían a su espíritu. Se sentía inútil, desvalido pensaba en la academia, en sus clases, en sus compañeros los otros profesores, en Inés, en la mirada de su madre cuando abriese la puerta. Se detuvo en el quicio y, haciendo acopio de fuerzas, entró.
J. Fernández Santos, En la hoguera
Let’s be careful out there