(Una historia de desamor escrita en idioma extranjero)
🎧 Parergon auditivo:
La luna encendida, ahí arriba, Julián Ríos, Amores que atan
tras la estela rota de un cuerpo que ya no responde al toque ni al tuteo
No es carta ni requiem ni errata de afecto. Es quizás una grafía parásita, una lengua sin boca, un balbuceo alojado en el lóbulo izquierdo de lo que antes llamábamos tú.
Tú: pronombre que se retira como el mar.
Yo: partícula a la deriva, nexo sin sintaxis, rezago sin oración.
Nosotros: glitch.
Te fuiste y no fuiste. Fuiste fondo, luego contorno. Luego código muerto. Palabra suprimida. Asterisco sin nota. La que no responde. Ni a nombre ni a tacto ni a gemido.
Tu caja —torácica— ya no reverbera. Salón tapiado. Membrana de silencios activos. Tu cuerpo, sin acústica, ya no da fe. Solo fósil. Solo dato fósil. Sólo estela sin astro.
Yo en cambio…
Yo aún me cuelgo del hilván sonoro de un zumbido:
no está fuera, ni dentro:
está entre.
Entre tú y lo que ya no es tú.
Entre mi oído y tu omisión.
No follábamos. Suspendíamos el mundo. Nos atracábamos de tregua. Las ingles: zona franca. La lengua: interruptor. El sudor: ideograma.
Ahora me habitan las pinzas del tendedero. El espejo con rímel fosilizado. El plato con saliva. Las bragas ausentes. La atmósfera que ya no evoca, pero insiste. Todo dice sin decirte.
Hice café. No para beberlo. Para ver si el vapor traía tu sombra.
Vi un pájaro invertido: no el ave, sino su negativo.
Rasgué la garganta con un grito que no sonó.
Ceremonia sin himno. País abolido.
Sigo funcionando, como las máquinas viejas.
Sin sistema operativo.
Obsoleto.
Repite: tu nombre, tu hombro, tu giro.
Luego: tu cancelación.
Tu Dios-no-me-llames.
No es nostalgia:
es software sin comando de cierre.
Es código aún activo.
Es altar sin feligrés, pero con sacerdote que repite, repite, repite.
Tu nombre no invoca.
Tu nombre no regresa.
Pero es la última palabra que aún conserva textura en mi lengua.
No es rezo.
No es carta.
No es texto.
Es zumbido verbal, ceniza de voz, eco de idioma sin sujeto.
Es lo que sigue hablando cuando ya no hay nadie para oír.
Ramónacrobata
Filósofo de formación, escritor por necesidad y ciclista por amor a la pendiente. Escribo desde una tensión que no cesa de reaparecer: cómo resistir desde la forma, cómo sostener sentido cuando el mundo se fractura. En el corazón de mi trabajo —articulado a través del dispositivo hermenéutico ZIA— habita la idea del deporte como Weltstammräumung: gesto que despeja, cuerpo que restituye, escritura que no huye.
(Neologismo de raíz alemana que alude al acto de desalojar el ruido del mundo para recuperar un espacio originario donde la forma aún tiene sentido.)
Let`s be careful out there