[…] As vozes e as bocas das folhas calaram-se deixando no seu lugar uma claridade onde esvoaçam pássaros cujas asas me projectam no peito sombras de recordações que surgem, desaparecem e não consigo deter […] porque desde que as bocas das folhas e as vozes se calaram me interrogo se continuo, deixei de ser ou me tornei noutra coisa […]

Antonio Lobo  Antunes. Comissão das lágrimas.

 

Las voces y las bocas de las hojas se han callado dejando en su lugar una claridad donde revolotean pájaros cuyas alas me proyectan en el pecho sombras de recuerdos que surgen, desaparecen, y no soy capaz de detener[…] porque desde que las bocas de las hojas y las voces se han callado me pregunto si continúo, he dejado de existir o me he convertido en otra cosa […]

Joseph Haydn dijo de las primeras seis sonatas compuestas por C.P.E Bach: “No podía dejar mi clavier hasta que las había tocado. Quien verdaderamente conozca mi obra debe reconocer que le debo mucho a Emanuel Bach y que lo he estudiado y comprendido diligentemente”.De forma más simple, Mozart aseveró que «Él, es el padre y nosotros somos los hijos». Más recientemente, académicos de la talla de  Charles Rosen han destacado la importancia de las composiciones de Emanuel y su influencia en los compositores que le sucedieron. Dados estos impresionantes elogios, uno pensaría que sería difícil ignorar a Emanuel Bach. Pero eso es lo que ha sucedido y de este modo el conjunto de Keith Jarrett de las Sonatas de Württemberg (1744) , compuesto dos años después de las Sonatas prusianas es todo un desafío y un  alarde propio de un genio.

Asimismo, los estudiosos tienden a separar las obras de C.P.E Bach, encontrando en él rastros del barroco, del clásico temprano e incluso un presagio de la era romántica. Sin embargo, estas sonatas suenan completas en sí mismas, y no es probable que nos impacten las emociones agitadas que sorprendieron, en caso de que pudiéramos dilucidar tal conjetura, a los contemporáneos de Bach. Cabe resaltar, que Las sonatas de Wurtemberg recibieron el nombre de uno de sus alumnos, el duque Carl Eugen de Würtemberg; fueron escritas para clavicordio y en su mayoría se han tocado en  un clavicémbalo. En cuanto a  las versiones de Jarrett, anotar que se grabaron hace casi tres décadas y ECM las publica aquí por primera vez en disco compacto y vinilo. 

Aunque Jarrett es más conocido como un pianista improvisador que saltó a la palestra por primera vez con el cuarteto de Charles Lloyd, sin embargo, su  grabaciones de inmortales como J.S Bach y Handel, así como un conjunto particularmente hermoso de Preludios y Fugas de Shostakovich han sido hitos fuera del ámbito estrictamente clásico.

Las sonatas de C.P.E Bach parecen ser una extensión lógica de lo que ya había logrado en ese campo. 

En referencia a esto, Jarrett ha declarado que cree que hay espacio para las grabaciones de C.P.E Bach en un piano moderno.» Bach escribe hermosas melodías en piezas monofónicas que enfatizan su canto intuitivo. Su escritura también parece inquieta; sus composiciones parecen a punto de salirse de su envoltorio convencional. Nunca es del todo predecible».

La afinidad por los clásicos de Keith Jarret es bien conocida. Sus grabaciones para piano solo y teclado  incluyen la música de Mozart, el referido Shostakovich, Barber, Gurdjieff, Haendel y Bartók, entre otros. 

Para quienes el arte etéreo de Keit Jarret es algo tan inamovible como la huella que deja una caricia, celebramos con alborozo la edición de este material inédito de 1994 como parte de la incansable labor en la  profundización de los tesoros ocultos del periodo más prolífico del estadounidense, divisa habitual del siempre exquisito sello alemán ECM.

 Quizá para los oyentes ocasionales de música culta, la figura de C.P.E Bach no resulte tan familiar como la de su padre, pero los verdaderos aficionados saben que destacó como figura influyente en la transición de la era barroca a la clásica de mediados del siglo XVIII y que sus composiciones, las sonatas en particular, han sido ampliamente grabadas. 

Como en otras ocasiones, Jarrett da el inusual paso de traducir estas piezas para clave al piano y como en él es habitual el resultado no defrauda. Esta excepcional grabación muestra la capacidad del pianista para captar, empresa nada fácil, la profundidad emocional de cada momento, pues en  la música de C.P.E Bach hay características únicas entre las que que destaca su comedida energía dada a cambios de tempo inesperados de notable ingenio. A través  de las manos Jarrett, estas cualidades se transmiten maravillosamente, ya que el pianista comparte muchas de estas peculiaridades  en la óptica de su especial sentido de la improvisación. Así, el genio de Allentown traza con singular maestría una fina línea desde la naturaleza improvisadora del barroco hasta el estilo clásico, más ligero y limpio.

Su lectura de Carl Philipp Emanuel Bach subyuga, intriga, se extiende abriendo paso sobre los surcos del vinilo, a un refinado sentido distintivo del equilibrio y la imaginación, característico del norteamericano, que revela un profundo respeto por la naturaleza improvisatoria y animada de estas partituras polifacéticas. 

«Había oído las sonatas tocadas por clavicordistas y sentí que había espacio para una versión de piano»,  confiesa Keith Jarret. Ni que decir tiene que su encuadre de los clásicos es dejar respetuosamente que la música original hable por sí misma, aunque aquí , y como siempre en él, nos encontremos con improvisaciones rítmicas que van un poco más allá de otras interpretaciones de la música de C.P.E Bach, y también en este sentido, más que otros muchos de sus proyectos clásicos, estas composiciones se alineen con la naturaleza exploradora de Jarrett, y su temperado uso erudito del contrapunto y la métrica.

La forma de tocar de Jarrett es matizada y variada, de una manera que un clavicordio no podría reproducir. Firma con audacia la hermosa melodía del Adagio de la Sonata n.º 2 en la bemol mayor, retrocede y luego vuelve a su enfoque inicial de manera convincente, en una interpretación conmovedora, como lo es también la del Andante en la Sonata No. 4 en Si bemol mayor, que comienza con la delineación de una sola nota de la melodía principal. 

No sé por qué esta grabación fue ocultada durante casi treinta años pues la interpretación de Keith Jarrett es de una precisión sobrecogedora, tan clara como un lago de montaña por el que nadasen pensamientos musicales. Y es tan hermosa que puede recomendarse como un verdadero ungüento para aliviar las heridas que nos ocasiona una realidad verdaderamente grotesca y maloliente. En la amena soledad del salón de mi casa, sin nadie al lado dispuesto a romper el silencio con el atroz crujido del  papel de un caramelo, el majestuoso Adagio non molto de la Sonata No. 6 en Si menor, atraviesa la inmovilidad del ocaso como la promesa de un beso en espera de unos labios, encerrada en una botella dando vueltas empujada por las olas.

Württemberg sonatas. Keith Jarret

Let’s be careful out there