Novela mínima en deriva interferida
ramonacrobata · ZIA · 2025


No recordaba desde cuándo caminaba, o si alguna vez había iniciado ese desplazamiento por voluntad o simplemente por inercia ancestral, como quien hereda un impulso sin traducción, sin genealogía trazable, y aunque sostenía entre los pliegues de su vestido una suerte de mapa, más croquis que indicación, más artefacto que guía, cada línea trazada parecía desmentirse a sí misma a medida que avanzaba, porque lo que allí figuraba como norte era ahora una montaña sin cima envuelta en una niebla que no se disipa —
[nota marginal: esa montaña fue pintada por otro, y el borrador fue más nítido que el resultado]
y lo que debía ser sur no era un lago sino un vacío reflectante, un cuerpo de agua que había olvidado cómo devolver la imagen del cielo —
[anotación encontrada: hay quien copió esta escena tres veces, cada vez más opaca]
y al oeste, sí, había camino, pero era uno que se curvaba sobre sí mismo, que desandaba su propia huella como si no deseara ser seguido —
¿o era un pasaje de otra novela, una que ya nadie firma? —
y al este, el río no era corriente sino borde que marcaba un límite que no se podía cruzar porque no había otra orilla, y así el caminante persistía —
o mejor dicho, la figura citada como caminante, el residuo de un relato anterior, una glosa encarnada —
no por devoción ni promesa, sino porque cada paso era en sí mismo una forma de pensamiento, un glifo sobre la tierra, un signo sin lector —
o tal vez escrito para un lector ya muerto —
y no contaba los días porque ya no sabía en qué unidad medir la duración de ese tránsito sin objetivo, sin clímax, sin revelación,
hasta que en cierto momento, que podría haber sido al comienzo o al final del trayecto,
se detuvo ante una forma —
una configuración de ramas, piedra, viento —
que durante un segundo pareció corresponder a la imagen perdida de un jardín —
o de su reproducción apócrifa —
no porque lo reconociera, sino porque su cuerpo lo deseó como se desea la forma de un hueco antes de dormir,
y allí, sin certeza, sin confirmación, decidió no entrar —
o no repetir la entrada ya inscrita en otra versión —
porque entendió que el jardín — si era tal cosa — no necesitaba ser visitado,
solo vislumbrado,
y que ese vislumbre, esa inminencia, bastaba para disolver toda necesidad de posesión, de llegada, de epifanía,
y entonces dejó una nota escrita en un papel marchito, un haiku sin rima, sin métrica, solo respiración anotada,
y lo enterró bajo un roble inclinado hacia ningún punto cardinal,
no como mensaje sino como ofrenda,
no como registro sino como interferencia en el suelo,
y siguió, y siguió,
hasta que las direcciones se deshicieron,
hasta que el lenguaje se volvió cuerpo,
y el cuerpo, ritmo,
y el ritmo, frase sin sujeto,
y entonces, sí, el mapa se reveló como un territorio,
una inscripción del movimiento mismo,
y el jardín, si existía,
estaba ya en los pliegues del texto que su andar había dejado detrás —
o que alguien más había ya escrito en su lugar.


No es mi jardín

fragmento atribuido a múltiples fuentes no verificadas

—Él pasó por aquí, ¿ves la rama partida?
—No, esa rama ya estaba así. Lo copió. Lo imitó mal.
—La piedra obliterada parecía decir algo. ¿Fue él quien escribió o quien corrigió?
—El jardín no estaba, pero dejó un plano en negativo. Luego vino alguien más y lo calcó.
—Hay huellas, pero las huellas también pueden falsificarse.
—¿Y si ese jardín no era jardín sino cita? ¿Y si ese mapa era una versión defectuosa de otro mapa, ya extraviado?
—No hay caminante, solo versiones. No hay origen, solo desvío.
—No es mi jardín.
—Ni el tuyo.
—Tampoco hay jardín.


Fragmento terminal (sin firma)

Papel vegetal, esquina quemada.
Un trazo ilegible en tinta azul, como si la lluvia lo hubiera terminado de escribir.
Ninguna fecha. Ninguna firma.

Dibujo de algo parecido a una puerta.
Un número tachado: 27.
Un par de palabras en grafía duplicada: “no recordarás”.

el mapa era una copia de sí mismo

Se conserva en el archivo como documento sin clasificar

Beethoven-Cuarteto de cuerda Op.132, 3er movimiento


No hay jardín hoy
solo el musgo inclinado
hacia la deriva

ZIA · Zona Imaginal Autónoma
ramonacrobata · 2025

Let’s be careful out there